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Boris Hoppek.
1970, Alemania. Vive y trabaja en Cataluña.
Pintor y fotógrafo. Hace muchos años, Boris Hoppek
inventó lo que iba a ser la parte más característica
de su arte: tres ovales, dos verticales y uno horizontal, que
forman una cara. Tan simple como memorable. Desde entonces,
esta cara ha ido apareciendo no solo en spray o tiza en muros
de todo el mundo. Está en sus muñecos (los Bimbos),
en sus instalaciones de cartón enormes, en sus cuadros.
Se encuentra en los hombres negros que llenan una patera en
Cádiz, en el cartel del festival Pictoplasma, en las
máscaras que llevan las chicas desnudas en sus fotografías,
y hasta en su cinta adhesiva. Estos tres ovales resumen lo que
es Boris Hoppek: un artista increíblemente multifacético
que nunca ha perdido el sentido de la sencillez. Así
es como consigue producir obras que parecen divertidas y bonitas,
hasta con un toque inocente, a primera vista; pero, si miras
con atención, descubres que hablan de sexo, violencia,
racismo, misoginia y opresión, y confrontan al espectador
con una realidad incómoda. Boris Hoppek no hace arte,
crea mundos. Mundos impresionantes y desconcertantes. Solo éste
año, ha llevado ésos mundos a las ferias de arte
Volta en Nueva York y Swab en Barcelona, al Museo de Arte Contemporáneo
de Roma y a la galería Diesel en Tokio. |
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